miércoles, octubre 13, 2004

Matar el tiempo...

En fin... la vida sigue en Hong Kong. A veces parece que esa sea la ley por la que se rige la física en esta parte del mundo. Los segundos se hacen minutos, estos crecen hasta convertirse en horas y más aún para ser días... Y estos pasan en procesión uno detrás de otro, fugaces, casi sin que nos demos cuenta y últimamente, sin traer con ellos nada demasiado nuevo.

Y mientras, uno espera en la capital de los pecados capitales a que algo rompa la monotonía: un viaje, una respuesta a las dudas que el año que viene plantea, la visita de mi familia en Diciembre, las vacaciones de navidad...



Entretanto, sigo con mi vida de Robinson en la isla desierta. Todavía no he encontrado a mi Viernes (mi vecino sería lo más parecido pero, a pesar de ser encantador, no es negro y sabe conjugar CASI todos los tiempos verbales ; ) pero estoy a gusto aislado del mundo salvando las ocasionales fiestas y las siempre bienvenidas visitas de Raquelilla para rescatarme; sin rascacielos, sin coches, sin cobertura... creo que he encontrado mi sitio en Hong Kong, y disfruto de la tranquilidad, de las bestias que son mi única compañía (incluso he adoptado una mascota: una lagartija devoradora de mosquitos, WALLY), los trayectos en ferry, el sol por la mañana y la luna y las estrellas por la noche (algo impensable en Hong Kong). Es un cambio agradable y drástico respecto a lo que he vivido (y probablemente viviré) el resto de mi vida.

Este sábado, aprovechamos una "beach party" en Lamma y la llegada de los nuevos becarios del ICEX para montar una pequeña fiesta. Recorrimos la isla a pié de un lado a otro, paramos en la playa y acabamos el día con una barbacoa en mi casa. Vino Robert, mi antiguo casero y compañero de piso chino, un amigo suyo polaco e incluso invité a mi vecino que, para mi sorpresa, sobre todo después de dos meses de vivir puerta con puerta, resulta que es español aunque ha vivido casi siempre en Suiza. La tarde se prolongó entre risas, cachimbas, néctares deliciosos (impresionante el ron+coco+leche condensada de Yan, el nuevo becario, un fichaje fundamental : ) y demás hasta la fiesta playera, y ésta hasta altas horas de la madrugada. El domingo, emulando a mi creador, descansé. Fue un fin de semana agradable y lleno de novedades para mi refugio de naúfrago.

Mientras espero a las fotos (mi cámara la había secuestrado Silvia para sacar fotos de su excursión de buceo a Boracay) hago una pequeña reflexión sobre el tema de hoy: el tiempo.

El 2 de Noviembre del 2000, un anónimo haciéndose llamar "Timetravel_0", y más tarde John Titor, empezó a publicar mensajes en un foro público solicitando uno de los primeros modelos de ordenador de IBM, por el que estaba dispuesto a pagar cifras desorbitadas. Cuando se le preguntó por su interés, contestó que lo necesitaba para el viaje temporal, pues era un viajero del tiempo procedente del año 2036. El 24 de Marzo del 2001 anunció su regreso al 2036. Desde entonces, nunca hemos vuelto a oir hablar de él. Las especulaciones e investigaciones continúan a día de hoy, y aunque sería fácil desechar esto como ciencia ficción, la mayoría de la gente que ha leído sus post dice que hay algo misterioso acerca de John Titor y las cosas que dijo. Además y aunque abierto a debate, hizo una serie de predicciones y comentarios que parecen haber resultado misteriosamente ciertos...

Probablemente se trate de un fraude, pero... ¿no sería genial que hubiera algo más allá de lo que nos muestran los sentidos? Si alguien se hizo pasar por un mensajero del futuro, ¿por qué lo hizo? ¿para divertirse? ¿para ilusionar a la gente?... de cualquier manera, este viajero de la red ha dejado a su paso angustia, frustación, enfado, miedo y esperanza, demostrando que la gente sigue perdida, al menos en nuestro tiempo, a pesar del reloj.

Desde Hong Kong, cuna de la
MÁQUINA
DE MATAR EL TIEMPO...